Seguimos con ‘Pepe Aldunate’ en la Memoria
Cada 5 de junio el P. José Aldunate celebraba el día de su cumpleaños en forma muy sencilla y discreta; Sirviendo al prójimo y haciendo conciencia sobre el rol esencial de los derechos humanos en la sociedad. Hoy, este es nuestro homenaje y recuerdo agradecido de su paso por esta tierra. ¡Gracias Pepe por tu Testimonio de vida!
En lo personal, don Pepe me es muy querido: fue, junto a mi padre Rafael Agustín, el fundador de la revista teológica Reflexión y Liberación – aún se publica en internet y es apreciada en Latinoamérica y Europa – y que durante decenios ininterrumpidos se ha convertido en la voz del cristianismo progresista, post-Concilio Vaticano II; don Pepe, también era muy amigo y confesor de mi madre – sus cuitas se las contaba en inglés para que las empleadas de la casa no se enteraran de sus pecados que, generalmente, eran pelambres sobre ellas – y el último día que don Pepe acudió a su casa, hace como ocho años, le dijo: “Martita, nos veremos en el cielo”. Ambos tenían en común haber sido educados por institutrices, como correspondía a la aristocracia de comienzos del siglo XX – don Pepe habla inglés a las maravillas gracias a su británica institutriz.
Don Pepe fue un valiente entre los valientes, no quisiera dárselas de héroe y salir en revistas y diarios, sino porque tenía una fuerza moral que lo hacía luchar, incluso arriesgando su vida, contra la brutalidad de la tortura, por ejemplo cuando en las marchas iba a la vanguardia para ser apresado por la policía. Muchos antes entendieron como él el sentido revolucionario de la no violencia activa – forma de oponerse a la tiranía sin usar las armas, salvo aquellas de la moral y la justicia -.(Es la violencia del amor al prójimo).
Don Pepe entendió perfectamente las palabras del Nazareno sobre la pregunta “quién es mi prójimo” y que también en el cielo estará, en un lugar privilegiado, el “pobre Lázaro” y no “el cardenal Epulón”.
La distribución de premios es un chiste: pensar que Henri Kissinger y Barak Obama fueron distinguidos con el premio Nobel de la Paz, como también Milton Friedman lo fue de Economía, y Jacinto Benavente, de Literatura – en muchos casos, la adjudicación del Premio Nobel es más bien una infamia que un honor -. El Padre José Aldunate recibió el premio de Los Derechos Humanos con sencillez ya lo tenía en el corazón de los pobres.
Siempre hay un contraste entre los verdaderos santos y héroes y los que viven del boato y aprovechamiento de funerales oficiales, donde las alabanzas proliferan; la gracia de José Aldunate es que no necesita ni oro, ni incienso, ni mirra, para ser reconocido como un grande entre los grandes.
El Cristianismo debe ser la profecía de la igualdad y ejemplo de discipulado.
Rafael Luis Gumucio Rivas
Fundadores de la revista “Reflexión y Liberación”; Matilde Chonchol, Rafael Agustín Gumucio Vives, P. José Aldunate, Jaime Escobar M.
Santiago de Chile, abril de 1990