Chile, primer laboratorio del proyecto neoliberal
Naomi Klein es una de las pocas voces capaces de articular las múltiples dimensiones de la crisis del capitalismo en su modalidad neoliberal.
-Si volvieras a escribir La doctrina del shock, ¿tendría un capítulo sobre el Covid?
Sí, lo haría. Tal vez debería escribir una introducción a una nueva edición o algo así porque no hay duda de que hemos visto un cobarde aprovechamiento del desastre, una gran especulación en medio de este horrible período de muerte masiva. Lo más extraordinario de este período es que tenemos una profunda pauperización, un enorme número de muertos y al mismo tiempo un boom económico. Esta no es una crisis económica en el sentido tradicional. Ha sido un período en el que los multimillonarios aumentaron enormemente su riqueza. Los intereses de las élites se han separado de cualquier interés compartido con la clase trabajadora. Y luego, por supuesto, hemos visto todo tipo de intentos muy explícitos de explotar el desastre: desde empresas extractivas que utilizan la pandemia para decir: “Oh, lo siento, no podemos hacer cumplir las regulaciones ahora mismo”. También hemos visto un intento muy concertado por parte de las empresas de tecnología de utilizar las necesidades reales de distancia física para reempaquetar tecnologías. Creo que estamos viendo una especie de privatización parcial y por la puerta trasera de la educación pública, en la que gran parte de la educación migra a plataformas privadas como Google Classroom o Zoom. Y no hay duda de que necesitábamos hacer esto. Pero la verdadera pregunta es, ¿por qué tenían que ser plataformas privadas? De hecho, existían iniciativas del sector público que estaban desarrollando algunas de estas tecnologías con fondos públicos en un modelo sin fines de lucro. Y todo eso fue simplemente dejado de lado. Lo que hace Silicon Valley es primero inundar la zona con servicios gratuitos o de precio muy, muy reducido y lograr el dominio del mercado. Así nadie puede competir porque todos están en la plataforma. Esos son solo algunos de los ejemplos del capitalismo del desastre al amparo de una pandemia.
-Esta no es una crisis económica en el sentido tradicional. Ha sido un período en el que los multimillonarios aumentaron enormemente su riqueza.
Para mi sorpresa, entre tantas urgencias en educación, un artículo que escribí para el libro de la Universidad Pedagógica “Pensar la educación en tiempos de pandemia” generó interés y pedidos de charlas para profundizar el tema. Es difícil evitar a las corporaciones tecnológicas, pero al menos hay interés por hacerlo. En América Latina a la dimensión privatizante se le agrega la colonial. ¿Se está empezando a discutir eso en Estados Unidos y Canadá?
Francamente, creo que no ha habido suficiente rechazo de los sindicatos de educación o la educación pública. Creo que es por razones comprensibles, porque muchos de ellos han tenido que pelear con gobiernos que intentaban empujarlos al aula poniendo en riesgo su salud. Así que si entendemos que habrá más enseñanza en línea y entendemos que la conectividad digital es un servicio esencial, entonces tenemos que luchar por un bien común digital en todos los frentes. Y entonces la educación debe ser parte de eso. La salud debe ser parte de eso. Pero también creo que debemos buscar otros modelos educativos más seguros. Me habría gustado ver un mayor impulso para aulas más pequeñas y más educación al aire libre. Porque amontonamos a los estudiantes en aulas de un tamaño que no es bueno para ningún niño o niña. Quiero decir: sabemos que lo más seguro en el contexto de Covid son las aulas de once, doce estudiantes con mucha educación al aire libre. En realidad, eso es lo mejor desde una perspectiva de salud pública y también de educación. Y lo que encuentro enloquecedor es esta enorme transferencia de riqueza del sector público a empresas tecnológicas privadas cuando podríamos haber usado ese dinero para contratar asistentes didácticos entre estudiantes universitarios que se están graduando en una economía en crisis. Este es el tipo de cosas que sucedió durante la Gran Depresión en Estados Unidos. Uno de los programas del New Deal se llamó Administración Nacional de la Juventud y sacó a millones de jóvenes de dieciocho, veinte o veintidós años a trabajar haciendo cosas como construir parques infantiles, limpiar senderos silvestres y ayudar en la enseñanza y la enfermería. Eso es realmente invertir en la economía. Así estás resolviendo múltiples problemas a la vez: el problema de una inversión insuficiente en la esfera pública, la necesidad de empleos para esta generación. Y también éstas son soluciones climáticas. Necesitamos acceso a la naturaleza, protección de la vida silvestre e invertir en sectores bajos en carbono como la educación y la enfermería, que son realmente alternativas a las industrias extractivas.
-¿Puedes vincular lo que ocurre en Chile o Colombia con la crisis neoliberal global?
Bueno, creo que cada levantamiento de masas es siempre específico de su propia historia, pero aun así podemos sacar algunas tendencias globales. Y creo que los sostenidos levantamientos en Chile tienen un enorme significado histórico, en parte porque Chile fue el primer laboratorio del proyecto neoliberal. A menudo pienso en la predicción de Rodolfo Walsh de que se necesitarían tres generaciones para que el trauma de la dictadura disminuyera lo suficiente como para que la gente resista de nuevo. Creo que siempre subestimamos cuánto dura el trauma. Estamos viendo una generación que tiene la memoria histórica de la dictadura, pero tiene una imaginación menos colonizada. Lo que está sucediendo en Chile debe entenderse en ese contexto. Creo que este enorme e indignado levantamiento en Colombia también es parte del lento desmoronamiento del consenso neoliberal. La pregunta es, ¿qué lo reemplaza? Y no hay que dar por sentado que siempre será reemplazado por algo mejor como ya vimos. Creo que Trump representó eso. No era un neoliberal tradicional. Podría parecer porque en algunos casos recortaba, pero en otros aspectos no. Y creo que [Rodrigo] Duterte, Bolsonaro, son parte de eso. Ellos tienen un enfoque clientelista, un discurso contra los globalistas.
-Tus esperanzas están en los movimientos juveniles por el clima. ¿No están muy restringidos a la juventud del primer mundo?
Creo que el movimiento juvenil por el clima, sobre todo “Fridays for future”, que se inició con Gretta Thunberg, ahora es realmente una red global. Y creo que es cierto que en el primero mundo, o desarrollado, como prefieras, fue mucho más fuerte. Pero creo que el movimiento ha hecho un trabajo notable al volverse más internacionalista que el movimiento climático de adultos. Y creo que un ejemplo poderoso de eso es lo que sucedió en India con el movimiento de los agricultores que no se describía a sí mismo como un movimiento climático. Es un movimiento de pequeños y medianos agricultores que luchan contra las políticas neoliberales que buscaban concentrar la tierra en manos de unas pocas grandes empresas agroindustriales, lo cual sí es un problema climático. Pero cuando cientos de miles de agricultores indios tomaron las calles y construyeron lo que algunos han llamado el movimiento de masas más grande de la India desde la independencia, el movimiento climático internacional y los grandes grupos ecologistas realmente no dijeron mucho. Fueron los jóvenes de “Fridays for Future” en India quienes dijeron: “Miren, esto es un problema climático. Los agricultores están en la primera línea de la sequía. Los agricultores son más vulnerables al cambio climático”. Luego Gretta y otras personas en la red comenzaron a apoyarlo. Y el gobierno de Modi estaba tan asustado que arrestaron a varios jóvenes activistas del clima por, según dijeron, conspirar para que Gretta apoye a los agricultores. Pero creo que eso habla del poder de la solidaridad internacional. Y estoy impresionada, francamente, por la forma en que el movimiento juvenil por el clima ha asumido el tema de las vacunas, cómo entendieron realmente el apartheid en salud que estamos viendo, con los países ricos acaparando todas las vacunas y protegiendo las patentes de medicamentos que se desarrollaron en su totalidad casi con dinero público. ¿Por qué hay patentes de estos medicamentos? Solo se les debería haber pagado por el servicio. Y esto es lo que estamos viendo, ya sabes, jóvenes estadounidenses están siendo vacunados antes que miles de millones de personas en el sur global que son mucho, mucho más vulnerables. Esta es una vista previa del cambio climático. Esta es una vista previa del tipo de injusticia que se genera frente a las crisis. Entonces ya tenemos el apartheid climático; el Covid nos da una imagen previa de cómo se ve. Y es el movimiento juvenil, creo, el que ha estado dispuesto a establecer estas conexiones mucho más que el llamado “movimiento climático de adultos”.
Esteban Magnani / Escritor y Periodista
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