Testimonio Cristiano desde Cuba
Cuba me preocupa y ocupa. El resto de la Coordinación Colegiada y algunos de ustedes, que aún en el aislamiento requerido, les ha tocado estar cerca, son testigos del agotamiento de estos meses y ahora en estos últimos días para responder a la situación que vivimos. No sólo en lo ya público. También cómo ayudar a canalizar solidaridad externa.
Muchos de los que inicialmente salieron a la calle en pueblos no son el enemigo.
Pero la campaña brutal no deja lugar ni a un ápice de compasión por los esfuerzos del país, del gobierno, de los miles q llevamos en diferentes trincheras enfrentando la COVID, no sólo, pero sobre todo el personal de la salud.
Hay causas acumuladas y recientes, sus análisis nutren posicionamientos y reflexiones que nos hemos empeñado también en colocar y llamar la atención sobre ellos a las más altas autoridades.
Ahora pesan colapso por el rebrote y cepas más agresivas del virus, negligencias o insensibilidades, desamor de indolentes, irresponsabilidad ciudadana, fatiga pandémica, escasez de alimentos y medicamentos, la asfixia del bloqueo, un país sin apenas ingresos frente a las altas erogaciones que la situación de la pandemia exige, y medidas y transformaciones económicas que se reconocieron necesarias que se implementaron en circunstancias muy adversas.
En medio de todo esto, los que aprovechan la situación desde una agenda política contra la Revolución, – – esa obra imperfecta, pero que tanto ha significado de paz social–, desde adentro y afuera, usan, abusan y distorsionan lo que realmente padecemos. Hasta nuestros esfuerzos de solidaridad autogestionada han sido manipulados en el día de ayer por una transnacional del imperio de la información, aún cuando nos hemos juntado y propiciado juntar a muchos y muchas, sin preguntar filiaciones, solo convenir en el buen propósito. Lo desatamos sin ningún otro protagonismo que el de servir, por las preocupaciones recientes y la responsabilidad de actualizar en esta hora lo que ya veníamos haciendo, levantadas como necesidad impostergable y ética en nuestro chat del equipo en la sede. Tras nosotros muchos desde la sociedad civil e instituciones se han sumado.
Estuve ayer en la calle. Sentía el deber. Desde Malecón y Paseo, todo Malecón, San Lázaro, Paseo del Prado final y parque Máximo Gómez, al pie del Museo de la Revolución, y de ahí por todo el interior de Centro Habana hasta Reina y Carlos III, hasta el Parque La Normal, Infanta y Manglar y hasta Ayesterán y 20 de Mayo.
Nada es rosa en estas circunstancias.
La violencia que vi fue, sobre todo de un bloque que no llegaba a mil personas con algunos conocidos de las redes sociales a la cabeza que no lincharon a algunas jóvenes de los colectivos amigos porque salieron todos de la misma aula, triste si, y dijeron enardecidos ¡no es con ustedes, es con los otros!
En otros lugares, sectores marginales y delicuenciales, lamentable también, atacaron a piedras e hirieron a algunos.
Otros relatos seguro habrá y las redes serán pasto de ello.
La policía, lógicamente desplegada, actuaba en esos casos. ¿Excesos? Seguro. No pocas veces Aniet, mi compañera y yo, en ocasiones evitamos que la policía actuara con personas que desenfrenadamente gritaban con un discurso de odio y agresividad. Algunos, pocos, en medio de careos que se daban, expresaban su angustia por la situación. Logré y lográbamos tranquilizar y evitar que unos y otros echaran leña al fuego porque no era poca la gente de pueblo que salió a la calle – y no pocos, antes del llamado del Presidente–, a defender lo que creen. Un esfuerzo pequeño dentro de esa vorágine, pero muchas/os de mis amigas y amigos jóvenes de los colectivos también hicieron lo mismo. Sumado a consignas y cantos que la hora colocaba.
Los chat de las convocatorias que se abrieron después de las primeras noticias de las protestas en localidades de provincias, hasta que los pude seguir, incitaban al odio, la violencia, quemar carros de la policía. Usando bots de Telegram repetían una y otra vez el llamado, ofrecían pagar recargas a quienes transmitieran en vivo.
Todo esto duele y no he dormido apenas. La verdad es un espejo roto. La agenda imperial está clara y Biden no ha hecho nada, ni por consideración humanitaria, aún votaciones y Puentes de Amor.
Nuestras organizaciones hermanas en muchos lugares del mundo hace rato nutren recursos en campañas de medicamentos e insumos para Cuba. Sobre todo jeringuillas para ponernos orgullosos Abdala y Soberanas.
No haré nada que no sea lo que dicte mi conciencia, lo que me dicta mi fe cristiana y la disciplina militante para con mi responsabilidad para la que fuimos elegidos, para con los valores y principios de nuestro Centro y sus redes, para con la dignidad de las personas y nuestro «compromiso consciente, rebelde y profético con el pueblo, la Revolución y el Socialismo».
Regresamos hoy con denuedo a movilizar solidaridad nacional e internacional como hacemos desde nuestra fundación y los días hermosos de las Caravanas de Pastores por la Paz.
Mañana salen algunas/os a Matanzas. Incontenible la solidaridad. Ese es nuestro pueblo. Nos esperan niños y niñas, entre otros, que están en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas y en el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, en Cárdenas, que se han sumado como centros de aislamientos.
Seamos fermento de esperanza, consuelo, diálogo y de testimonio modesto y humilde de servicio.
Tengo la oportunidad de tener a nuestro padre, pastor y director fundador en casa, el Reverendo Raúl Suárez, con sus oraciones y sus consejos también, aún ilumina, aconseja y bendíce a todxs.
Bendiciones.
Joel Suárez Rodes – La Habana, 12-07-2021