Que la Dignidad se haga costumbre
¡Porque me mueve el anhelo de que la dignidad se haga costumbre!
Escribo estas líneas recordando mi adolescencia, esa etapa de la vida donde uno se junta en grupo a tocar la guitarra y cantar esa rebelión social, que a la cara podíamos decir, tirando panfletos, colgando lienzos en los campus universitarios donde nos movíamos. Junto con la dictadura, recuerdo también el horror, que trasciende el miedo, de esa vida donde muchos partieron para no volver.
Después de años de haber vuelto a una democracia tan anhelada, a una democracia de la que se esperaron la alegría y una búsqueda profunda de justicia, con informes como el Rettig, y el Valech, que se escribió con letra chica y donde se hizo el compromiso de años de silencio, faltando a los más básicos principios éticos, y muchas otras cosas más, comienza el estallido social del 18 de octubre del 2019.
Las causas, una espera de más de treinta años para poder ser parte de la justicia social que todos merecemos. En todos estos años ningún cambio, y siendo partidaria de la alegría, defendiéndola a ultranza, todavía no recuerdo que se hizo, dentro de todo lo prometido, para que las distancias no se acortaran y dejáramos una vez más de ser hermanos .
Con indolencia y mucho de orgullo, la clase política, tras volver al poder, pudo haber olvidado los compromisos de antaño, y de esta forma, todo lo que en un momento se prometió, también se desconoció.
¿Por qué la gente, especialmente los jóvenes, salen hoy? Porque ya no se resiste más, porque la esperanza agoniza, y porque ya tal vez no importa lo que vivamos nosotros, pero si lo que vivirán nuestros hijos y sus hijos.
Hoy, es el CAE porque el derecho a un título universitario se debe pagar y se debe pagar por años, cuadruplicando los años de estudio; las AFP, porque no lograremos la propia pensión necesaria; las diferencias en salud, vivienda y educación, en grupos de privilegios, y en grupos que miserablemente reciben tan solo respuestas que los hacen mirar el horizonte pues nada cercano se les permitirán vivir.
Y ¿por qué, si nadie eligió las faltas de oportunidades?
Ellos, que no están ni cercanos a lo que es la dignidad, merecen un trato igualitario, y la privatización de todas las empresas, la luz, el agua, entre otras ha hecho que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos.
De la represión que se vive, por parte de Carabineros…que decir. El gobierno habla de modernizar y además especializar lo que resulta irritante y sobre todo, incomprensible para todas las víctimas y los suyos. INDH, habla de más de 3000 víctimas y muchas de ellas son niños.
Un gobierno que avala el actuar de Carabineros como también a su gran responsable, el general director, se deslegitimiza, desde todo punto de vista. Sin saber que respuestas ha dado la justicia ante todas aquellas víctimas, de estas manifestaciones reales, justas, y esperadas.
Una Constitución, que nos dejó como herencia una dictadura con una economía neoliberal también injusta para todos, menos para los grandes empresarios.
Hoy, tengo la oportunidad de empezar un cambio, porque quiero compartir con mis hermanos, los hombres y mujeres de esta tierra, lo que todos merecemos, ya no quiero educación para unos, vivienda para otros, y campamentos porque es lo que queda.
Quiero que en mi Patria haya Dignidad, y que ella sea un Derecho para todas y todos los chilenos.
ESTE DOMINGO 25 DE OCTUBRE VOTARÉ APRUEBO, Y POR UNA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL, porque ya no creo en la clase política de mi país. Una clase política, indolente, que no ha mirado ni siquiera la realidad de los votantes que los llevaron al poder.
¡Porque me mueve el anhelo de que la dignidad se haga costumbre!
Raquel Sepúlveda Silva