No es sequía, es saqueo
Eso es lo que dice uno de los tantos rayados que hay en nuestras calles. Es cierto que estos rayados afean y ensucian la ciudad, pero también es muy cierto que a menudo proclaman verdades que no queremos escuchar ni reconocer, las cuales son mucho más feas que los rayados.
Recordé ese rayado callejero al enterarme del resultado de la votación en el Senado para declarar el agua como un bien nacional de uso público, porque es un resultado que parece increíble y que expresa una parte importante de los problemas que vivimos en nuestro país en crisis política, social y ambiental; además de las crisis propias -pero todas vinculadas entre sí- que enfrentan las diversas instituciones. En el Senado hubo 24 votos a favor para que el agua sea declarada como bien nacional de uso público, y 12 votos en contra, pero… es una declaración que requiere los 2/3 de los votos. Así, ¡a pesar de ganar 24 contra 12, se perdió! Increíble el modo en que están amarradas estas cosas.
También, es cierto que en la última década hemos enfrentado en Chile una sequía prolongada, claro que este último año tuvimos más agua en el sur; incluso acá, en Punta Arenas, la lluvia superó en 5 mm. el promedio normal histórico. Pero también es muy cierto que gran parte de los problemas hídricos que enfrenta el país se deben a que el agua está en manos de unos pocos. Entonces, es lo uno y lo otro, sequía y saqueo; ¡se junta el hambre con las ganas de comer!
Quizás a muchas personas, especialmente en la zona sur y austral del país, les cuesta imaginar el drama que vive mucha gente que carece en forma permanente de agua potable, a no ser la que reciben de los camiones aljibes. Eso es lo que ocurre, especialmente en los poblados rurales de la zona central y norte del país, donde el agua -en manos privadas- se usa en la producción agrícola y en la actividad minera.
Al mismo tiempo, las comunas más afectadas por la escasez de agua para el consumo humano están entre las comunas que tienen más inequidad social, particularmente entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso.
Con la declaración del agua como bien público nacional se busca regular el acceso y uso de los recursos hídricos, de manera que las concesiones a particulares sean temporales y por fines específicos, abriendo la posibilidad que estén sujetas al pago de patentes o tasas; también, priorizar los usos del agua, resguardar los usos comunitarios ancestrales, y conservar un caudal que sustente los ecosistemas. Todo eso fue rechazado a causa de los votos de esos doce senadores que se opusieron, y cuyos nombres han circulado profusamente por las redes sociales.
El Papa Francisco, en su carta sobre “El cuidado de la Casa Común” ha recordado la doctrina social de la Iglesia acerca de estos temas, y como es importante que los católicos conozcamos esta doctrina social cristiana -entre ellos, quizás algunos de los senadores que votaron en contra de que el agua sea un bien nacional de uso público- fue extremadamente claro al señalar:
“Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (Papa Francisco, Carta “Laudato Sí” sobre el cuidado de la Casa Común, n° 30.
El cuidado de la Casa Común es el cuidado de sus habitantes y de los ecosistemas en que se desarrolla la vida, y entre ellos el cuidado del agua ocupa una de las preocupaciones principales, por eso que no puede ser víctima de ningún tipo de saqueo, por mucho que sea amparado por algunos legisladores.
P. Marcos Buvinic
La Prensa Austral – Reflexión y Liberación