Nada imposible para Dios
En esta época tan caótica de desastres se recurre a Dios más fácilmente.
Las nuevas generaciones pueden alejarse de las religiones pero paradojalmente sigue un aumento de la fe popular sobre todo en las poblaciones más desamparadas, las estadísticas lo comprueban, aumenta la descatolización pero sigue igual el porcentaje de los que creen en Dios. Se multiplican las invocaciones a Dios por las necesidades propia de salud y de bienestar… pero se reza también en relación a la desaparición de los glaciares, las sequías, los incendios devastadores, por las corrupciones en las instituciones, por la inseguridad frente a la delincuencia, por los problemas graves de salud o por la proximidad de la muerte…El miedo y la inseguridad mantienen vigente a Dios.
El dios y los santos “salvavidas” siguen teniendo muchos devotos y las religiones conservadoras se aprovecharon de esto, promoviendo la idea de un Dios “todopoderoso” pero compasivo, predican la eficacia de las oraciones a cambio de cumplimientos y suplicas. Muchos ateos renegaron de ese dios con favoritismo para unos y severidad implacable para otros. Pero no es el Dios de los cristianos.
El desafío de las iglesias cristianas es de actualizar la comprensión de la intervención de Dios en la historia personal y global. Antes de recurrir a la Biblia y a los evangelios es oportuno descubrir que podemos tener consideraciones previas de la vida. Unos perciben el mundo o su vida como un caos en el cuál hay que evitar hundirse, para otros la vida se vive sin sentido, se disfruta o se sufre fatalmente, otros todavía se sienten aplastados por poderes o fuerzas invencibles, otros lamentan las debilidades humanas, los yerros y las corrupciones personales y sociales. Muchos de nuestros contemporáneos y las nuevas generaciones en particular creen en un progreso exitoso de la humanidad por las ciencias y las técnicas cada día más sorprendentes. Así cada uno según su punto de vista busca como los cristianos: “Salvación”, “Orientación”, “Liberación”, “Justificación”, “Santificación” o como cualquier hombre: “Sentido”, “Valores”, “Proyección”, “Motivación” para vivir…
En la Biblia Antigua, Dios sorprende a los hombres. No fue un Dios “respuesta” a los problemas humanos porque es él que toma la iniciativa, le da descendencia a un viejo, después saca los esclavos hebreos de Egipto, los hace su Pueblo con una Ley, les da un rey, los acompaña en la ruina, la deportación, le hace soñar a un “Mesías”. Él interviene para revelar poco a poco su propósito a través de los avatares de la vida. Correspondiendo a esta iniciativa de Dios, las oraciones de los salmos expresan una búsqueda espiritual de los hombres para adecuarse a los designios de Dios.
En el Nuevo testamento, Jesús, también, es quien toma la iniciativa. Las sanaciones y las resurrecciones que realiza no son respuestas a unas necesidades humanas precisas, Sus milagros son las señales de la inauguración del Reino de Dios, la promesa de una verdadera Vida. Cuando lo persiguen por milagros se escapa. Los que esperan de él soluciones a sus problemas deben cambiar sus registros de fe, ver más allá, convertirse.
La eficacia de la oración no se rige según los deseos de nuestro corazón ni con las mandas que se pueden hacer, El resultado está asegurado cuando ésta en las perspectivas del “Venga a nosotros tu Reino”. Se puede tomar como ejemplo las innombrables oraciones para las vocaciones, las oraciones para la Iglesia, la Paz, la justicia…los magros resultados de nuestras oraciones cuestionan seriamente nuestros procederes. Muchas veces son nuestras maneras de ver las cosas, no son las de Dios precisamente.
Jesús prometió a sus discípulos poder realizar milagros mayores. Si uno considera los progresos de la medicina, la superación de la esclavitud, la esperanza de vida, la FAO, Greenpeace, los médicos sin fronteras.., uno puede discernir por donde debemos enfocar nuestros esfuerzos humanos. El Reino de Dios se construye en la historia cuando los hombres ponen lo mejor de sí mismo.
La oración para los demás es una tradición poderosa en la Iglesia. Es invitación a la caridad práctica. La intercesión por los vivos o por los muertos nos crea una comunión fraterna que es una perspectiva importante para el Reino de Dios.
También vale la pena darnos cuenta que mantenemos muy malos criterios de Dios. Le hablamos como paganos considerándolo como “amo” y “Señor”, cuando le rogamos de “escucharnos” cuando le pedimos “piedad” …como si no nos habría dado la prueba de un amor extremo, como si no, nos habría dicho de llamar a Dios “Padre nuestro”.
Algunos consideran como intervenciones divinas algunas sanaciones extraordinarias que hacen coincidir con devociones o canonizaciones. No se entiende bien la singularidad de estos fenómenos pero ¿quién cree saberlo todo de Dios?
La oración es la relación con Dios, una actividad en la cual el hombre -y la mujer- se encuentra con su verdad, la más intima. Es fe y es esperanza. Pero queda que el encuentro más efectivo con Dios es el amor al prójimo.
Paul Buchet
Consejo Editorial de Revista “Reflexión y Liberación