Diciembre 22, 2024

Nada imposible para Dios

 Nada imposible para Dios

En esta época tan caótica de desastres se recurre a Dios  más fácilmente.

Las nuevas generaciones pueden alejarse de las religiones pero paradojalmente  sigue un aumento de la fe popular sobre todo en las poblaciones más desamparadas, las estadísticas lo comprueban, aumenta la descatolización pero sigue igual el porcentaje de los que creen en Dios. Se multiplican las invocaciones a Dios por las necesidades propia de salud  y de bienestar… pero se reza también en relación a  la desaparición de los glaciares, las sequías, los incendios devastadores, por las corrupciones en las instituciones, por la inseguridad frente a la delincuencia, por los  problemas graves de salud o por la proximidad de la muerte…El miedo y la inseguridad mantienen vigente a Dios.  

El dios y los santos “salvavidas” siguen teniendo  muchos devotos y las religiones conservadoras se aprovecharon de esto,  promoviendo  la idea de un  Dios “todopoderoso” pero compasivo, predican la eficacia de las oraciones a cambio de cumplimientos y suplicas. Muchos ateos renegaron de ese dios con favoritismo para unos y severidad implacable para otros. Pero no es el Dios de los cristianos.

El desafío de las iglesias cristianas es de actualizar la comprensión de la intervención de Dios en la historia personal y global. Antes de recurrir a la Biblia y a los evangelios es oportuno  descubrir que podemos tener consideraciones previas de la vida. Unos perciben el mundo o su vida  como un caos en el cuál hay que evitar hundirse, para otros la vida se vive sin sentido, se disfruta o se sufre  fatalmente, otros todavía se sienten aplastados  por  poderes o fuerzas invencibles, otros lamentan las debilidades humanas, los yerros y las corrupciones personales y sociales. Muchos de nuestros contemporáneos y  las nuevas generaciones en particular  creen  en un progreso exitoso de la humanidad por las ciencias y las técnicas cada día más sorprendentes. Así  cada uno según su punto de vista  busca como  los cristianos: “Salvación”, “Orientación”, “Liberación”, “Justificación”, “Santificación” o como cualquier hombre: “Sentido”, “Valores”, “Proyección”, “Motivación” para vivir…

En la Biblia  Antigua,  Dios sorprende a los hombres. No fue un Dios “respuesta” a los problemas humanos porque es él que toma la iniciativa, le da descendencia a un viejo, después saca  los esclavos hebreos de Egipto, los hace su Pueblo con una Ley, les da un rey, los acompaña en la ruina, la deportación, le hace soñar a un “Mesías”. Él interviene para revelar poco a poco su  propósito a través de los avatares de la vida. Correspondiendo a esta iniciativa de Dios, las oraciones de los salmos expresan  una  búsqueda espiritual  de los hombres para   adecuarse a los  designios de Dios.

En el Nuevo testamento, Jesús, también, es quien  toma la iniciativa. Las sanaciones y las resurrecciones que realiza no son respuestas  a unas necesidades humanas precisas, Sus milagros son las señales de la inauguración del Reino de Dios, la promesa de una verdadera Vida. Cuando lo persiguen  por milagros se escapa. Los  que esperan de él soluciones a sus problemas deben cambiar sus registros de fe, ver más allá, convertirse.

La eficacia de la oración no se rige según los deseos de nuestro corazón ni con las mandas que se pueden hacer, El resultado está asegurado cuando ésta en  las perspectivas del “Venga  a nosotros tu Reino”. Se puede tomar como ejemplo las innombrables oraciones para las vocaciones, las oraciones para la Iglesia, la Paz, la justicia…los magros resultados de nuestras oraciones  cuestionan seriamente nuestros procederes. Muchas veces son nuestras maneras de ver las cosas, no son las de Dios precisamente.

Jesús prometió a sus discípulos poder realizar milagros mayores. Si uno considera los progresos de la medicina, la superación de la esclavitud, la esperanza de vida, la FAO, Greenpeace, los médicos sin fronteras.., uno puede discernir por donde debemos enfocar nuestros esfuerzos humanos. El Reino de Dios  se construye en la historia cuando los hombres ponen lo mejor de sí mismo.

La oración para los demás  es una tradición poderosa en la Iglesia. Es invitación a la caridad práctica. La intercesión por los vivos o por los muertos nos crea una comunión fraterna que es una perspectiva importante para el Reino de Dios.

También vale la pena darnos cuenta que mantenemos muy malos criterios de Dios. Le hablamos como paganos considerándolo como “amo” y “Señor”, cuando le rogamos de “escucharnos” cuando le pedimos “piedad” …como si no nos habría  dado la prueba de un amor extremo, como si no, nos habría dicho de llamar a Dios “Padre nuestro”.

Algunos consideran como intervenciones divinas algunas sanaciones extraordinarias que hacen coincidir con devociones o canonizaciones. No se entiende bien la singularidad de estos fenómenos pero ¿quién cree saberlo todo de Dios?

La oración es la relación con Dios, una actividad en la cual el hombre -y la mujer-  se encuentra con su verdad, la más intima. Es fe y es esperanza. Pero queda que el encuentro más efectivo con Dios es el amor al prójimo.  

Paul Buchet

Consejo Editorial de Revista “Reflexión y Liberación

 

 

 

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