Crisis del Medio Ambiente
El planeta afronta una severa crisis medioambiental, debida en gran medida a la actividad humana.
Es una crisis que afecta a la naturaleza en su conjunto y que desborda los límites de nuestras fronteras nacionales. Como humanidad, tenemos la necesidad de gestionar y defender los bienes comunes naturales. La política, que se encarga del bien común, es el ámbito en el que es posible abordar estas cuestiones.
Aunque los problemas son internacionales, a nivel nacional podemos hacer mucho para proteger la vida en nuestro país. Además, es el nivel en el que asumir las responsabilidades globales que nos corresponden.
Propuestas sobre[1]:
- Cambio climático. El planeta no puede superar a finales de este siglo 1,5oC de aumento de las temperaturas en relación con los niveles preindustriales. Para reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero sobre la atmósfera, debemos:
- Producir energía de fuentes renovables.
- Que el mercado del carbono tase suficientemente sus emisiones.
- Aumentar la eficiencia energética.
- Usar el transporte público y compartido.
- Contaminación y desechos, fuente de muertes prematuras. Reducir su impacto requiere:
- Sustituir los coches de combustión por eléctricos o de hidrógeno.
- Limitar la utilización del coche y su velocidad en las ciudades.
- Prohibir los envases de plástico de un solo uso y progresiva eliminación del plástico en envases y embalajes –especialmente en alimentación–.
- Biodiversidad. Buena parte de nuestros ecosistemas están amenazados. Es una dinámica imparable, pero podemos aminorar su velocidad:
- Reducir pesticidas a la mitad para 2025.
- Generar espacios protegidos y posibilitar su conectividad.
- Luchar contra las especies invasoras, impidiendo su propagación.
- Reforestar y gestionar los bosques con el fin de evitar los grandes incendios forestales, cada vez más frecuentes.
- Favorecer el asentamiento de la población rural y la agricultura familiar.
- Apoyar a la agricultura ecológica.
- Agua dulce. La disponibilidad de agua dulce para uso doméstico, agrícola e industrial se reduce y las necesidades aumentan. Una ecuación difícil de resolver. Es preciso:
- Gestionar los acuíferos y perseguir su explotación ilegal.
- Completar el tratamiento de aguas en todo el territorio.
- Renovar las redes de transporte de agua para que las pérdidas se minimicen.
- Prepararse para los episodios de sequías e inundaciones que se producirán.
- Costas y medio marino:
- Perseguir el cumplimiento de la ley de costas.
- Asegurar el respeto de las cuotas pesqueras, permitiendo la recuperación de las especies.
- Perseguir el uso de artes de pesca prohibidos y la captura de especies protegidas.
- Educación para conseguir un cambio cultural que facilite la asunción de estilos de vida saludables y respetuosos con el medioambiente:
- Elaborar un plan de educación ambiental, obligatorio en todos los niveles, que ayude a cambiar nuestra mentalidad desde el inicio hasta el final de la formación de los jóvenes.
- Impulsar campañas de sensibilización.
- Utilizar productos de higiene y limpieza ecológicos, así como otros recursos (papel, electricidad, agua, calefacción, aire acondicionado…) sostenibles y renovables en los comedores escolares y en los lugares de consumo público de alimentos.
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[1] Agua y energía: dos pilares básicos de la Casa Común, Conferencia Episcopal Española, 1 de setiembre de 2018.
Sector Social de la Compañía de Jesús
Cristianismo y Justicia