La ayuda humanitaria es el gran plan de la oposición de Venezuela
Los líderes de la oposición venezolana dicen que están preparando la entrega de decenas de millones de dólares en alimentos y medicamentos donados con el fin de aliviar la devastadora escasez del país y socavar el régimen autoritario de Nicolás Maduro.
No obstante, algunas de las principales organizaciones de ayuda se niegan a cooperar porque temen que el plan podría convertir a la ayuda humanitaria en una herramienta política.
El 5 de febrero, la oposición dijo que comenzaría a abastecer una serie de depósitos ubicados cerca de la frontera venezolana con suministros donados por Estados Unidos, Colombia y los venezolanos en el extranjero. La ayuda humanitaria —alimento en fórmula para bebés, suplementos alimenticios, medicina y suministros para hospitales— podría ofrecer a la oposición una manera tangible de debilitar a Maduro, quien desde hace tiempo ha dependido de la entrega de alimentos para premiar la fidelidad de su base política durante el prolongado colapso económico del país.
Lograr ingresar la ayuda a Venezuela, sorteando a las fuerzas de seguridad de Maduro para hacerla llegar a las personas que más la necesitan será una prueba del poder de convocatoria de la oposición, y de su estrategia para exigir la salida de Maduro y establecer un gobierno interino. Aunque Estados Unidos y más de treinta naciones han reconocido al líder opositor Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela, él y sus simpatizantes todavía deben demostrar que pueden gobernar al país de manera efectiva.
“Queremos dar resultados inmediatos”, dijo, Miguel Pizarro, el legislador opositor encargado de organizar la entrega de la ayuda. “No podemos esperar a la transición política para comenzar a reducir el sufrimiento de la gente”.
El enfrentamiento político en Venezuela ha creado una situación insostenible en la que dos hombres dicen ser los titulares legítimos de la presidencia. El martes, el papa Francisco dijo que está dispuesto a mediar por una resolución pacífica si Guaidó y Maduro se lo piden. Dijo que Maduro le había escrito una carta pidiendo un diálogo.
“Siempre estamos dispuestos”, dijo Francisco en el avión papal, pero agregó que ambas partes tenían que estar dispuestas.
La oposición desconfía del llamado al diálogo de Maduro, y espera que su plan de ayuda acelere su expulsión del poder.
No obstante, organizaciones internacionales y activistas locales han manifestado su preocupación, no solamente por los múltiples problemas logísticos y de seguridad, sino también por la posibilidad de usar la ayuda como una herramienta en la contienda política.
El Comité Internacional de la Cruz Roja y su filial local en Colombia dijeron en un comunicado que, por el momento, no participarán en la entrega y citaron los “principios fundamentales de imparcialidad, neutralidad e independencia” de la institución.
De manera similar, la representación venezolana de Cáritas, la organización humanitaria de la Iglesia católica, también ha dicho que no está lista para comprometerse. La ayuda humanitaria, dijo el grupo, no debería ser usada para “servir a intereses políticos, sino solamente para beneficiar a las personas más vulnerables”.
Durante años, los alimentos han sido usados como un arma por el gobierno de Maduro que los ha distribuido a través de personas que son leales a su partido. Cajas con alimentos son entregadas a los votantes que lo apoyan en tiempos de elecciones y, en ocasiones, se les niegan a quienes se le oponen.
Ahora, la comida vuelve a convertirse en parte de una batalla política, esta vez en la lucha para obligar a que Maduro deje el poder.
Los líderes opositores dicen que no tienen más opción que presionar con su plan para aliviar la grave escasez en el país, debido a que Maduro rechaza la ayuda humanitaria y se rehúsa a reconocer la crisis.
Ellos sostienen que las entregas serán hechas por organizaciones sin fines de lucro, voluntarios y grupos religiosos, y no por operadores políticos. Se realizarán con base en la necesidad, no en la filiación política, afirmaron.
“Es una cuestión de vida o muerte para muchas personas”, dijo Pizarro. “Este no es un juego político”.
No obstante, los opositores también tienen la esperanza de que la campaña pondrá a Maduro en un dilema político. Si los guardias fronterizos se niegan a permitir el paso de los camiones con ayuda desde Colombia, muchos venezolanos y los líderes mundiales culparán a Maduro por empeorar de manera deliberada la crisis humanitaria que ya ha provocado una gran hambruna, enfermedades y el éxodo de millones de personas.
Si los camiones logran cruzar, la oposición se puede presentar como una solución al sufrimiento crónico de Venezuela, mientras que Maduro dará la apariencia de haber perdido el control de las fronteras del país. Eso podría acelerar las deserciones en el partido gobernante y el ejército.
Dimitris Pantoulas, un politólogo en Caracas, definió el plan de la oposición como una apuesta de alto riesgo.
“A Venezuela no se le puede hacer una promesa falsa de una supuesta ayuda humanitaria”, dijo Maduro en un mitin reciente. “No somos mendigos de nadie”.
Casi a diario, los aliados de Guaidó en Europa y el continente americano realizan nuevas contribuciones de ayuda; Canadá ofreció 40 millones de dólares el 4 de febrero, con lo que duplica los 20 millones de dólares ofrecidos por Estados Unidos.
Guaidó, de 35 años, dijo en una entrevista el 3 de febrero que espera que la ayuda contribuya a que las fuerzas de seguridad del país decidan apoyarlo.
“Estamos poniendo la pelota en su cancha”, dijo. “Les estamos diciendo que tienen la oportunidad de ayudar a sus familiares, sus primos, sus hijos, sus madres, que están sufriendo tanto o más que el venezolano promedio”.
La promesa de alimentos y medicinas ya ha despertado la esperanza en algunos de los barrios pobres que tradicionalmente conforman los bastiones del apoyo de Maduro.
“La mayoría de los venezolanos están de acuerdo con esta ayuda humanitaria”, dijo Gabriela Vega, una exsimpatizante del gobierno que administra una cocina comunitaria en La Vega, un distrito de clase trabajadora en la capital. “Aunque Maduro y su grupo no quieren que esto suceda, nosotros, el pueblo que está sufriendo, que está hambriento, que está enfermo, queremos esta ayuda”.
A unas cuadras de distancia, Abraham Rivas revisaba un basurero en busca de restos de comida. Un grafiti de una pared cercana proclamaba el área como “territorio chavista”, una referencia al predecesor y mentor de Maduro, el fallecido presidente Hugo Chávez.
Ana Vanessa Herrero / Anatoly Kurmanaev / Ernesto Londoño / Meridith Kohut
The New York Times