¡Dios Mío!
En la Iglesia, siguen las condenas por” abusos” sexuales, en la calle unas manifestaciones feministas gritan “abortos libres”…
Caen nuevos abusadores, se allanan dependencias episcopales para completar informaciones, los parlamentarios abren la necesidad de levantar las prescripciones de los abusos de menores y los encubrimientos porque estiman que la sociedad necesita saber de las corrupciones institucionales y que los pervertidos no pueden seguir corriendo en la calle.
En paralelo, la TV comenta las violencias que se suscitaron en contra de las partidistas del “aborto libre” y el gobierno se aprovecha de las circunstancias para recordar su tolerancia cero contra los desbordes callejeros.
Frente a todo esto, es comprensible que reine confusión y malestar en la ciudadanía. Por esto vale la pena que cristianos y otros reflexionemos a estas contradicciones existenciales.
La última revista Cosas publica una foto de los tres valientes victimas que empezaron a denunciar los abusos de Karadima y Cía. Junto con los encubrimientos de la Institución eclesial, abajo titula en letra grande “Dios mío”. Esta exclamación es muy bien escogida y llama la atención porque insinúa que para mucha gente Dios está cuestionado en todo esto. En el artículo se hace poca referencia a Él. Sin embargo, a los ojos de muchos cristianos esos abusadores y encubridores, si no son de lo todo enfermos son grandes “pecadores”, han perdido la buena fe, están equivocados, son engañadores respecto a Dios. Hay que proteger los niños y jóvenes de las perversiones sexuales pero también hay que denunciar sus religiosidades falsas. Hay malentendidos en sus creencias y particularmente en la moral sexual católica que predican y no solamente no practican sino que se permiten macabras licencias.
Desde décadas, se está rezando a Dios por vocaciones sacerdotales y religiosas. Frente a los resultados, no hay que pedir cuenta a Dios pero sí a los teólogos y a los obispos ¿No es tiempo de aclarar las cosas esas? Los responsables del abandono pastoral de masas y de las viciosas vocaciones sacerdotales y religiosas deben ser denunciados y marginados para después reorganizar la Iglesia. Demasiado fácilmente se espera todo del Papa pero, cuidado, maliciosamente la diplomacia vaticana puede seguir adelante reconstruyendo todo despacito y de la misma manera: de arriba hacia abajo. Falta promover estrategias laicales radicales. Se espera que surjan en las comunidades más inquietudes de cambios. Se espera también escuchar los administradores diocesanos recién nombrados proyectarse en esta dirección. A futuro, habrá que pedir a Dios vocaciones laicales.
El drama que vive la Iglesia católica chilena impacta la sociedad civil. Su prestigio se pierde y poco a poco se encuentra al mismo nivel de los demás credos. Culpa de los jerarcas de la Iglesia, culpa de los teólogos que no supieron evolucionar con su tiempo, culpa de los políticos que no supieron legislar para modernizar un mejor consenso ético para la sociedad. La política es principalmente una tarea laical. Es laborioso referirse al evangelio en los asuntos del mundo pero la población necesita de hombres y mujeres capaces de enfrentar las contradicciones que emergen en nuestra modernidad. Las ideas y las religiones pueden dividir a los ciudadanos pero los que buscan el Espíritu de Jesucristo podrán guiar a los demás por caminos de cohesión y de superación humana.
Tomando ahora el tema del “aborto libre” busquemos aclarar la controversia que existe al respecto.
El movimiento feminista tiene toda la razón de promover la emancipación femenina, salimos de siglos de machismo y de machismo religioso en particular. Es una buena nueva para todas las mujeres del mundo que las cosas cambien. Hay que celebrar las manifestaciones feministas porque abrieron el camino para las demandas de otras condiciones humanas postergadas (homosexuales, inválidos.). La problemática en juego es que las mujeres de hoy, menos motivadas que antes por la sobrevivencia de la especie con sus maternidades, para su realización, buscan compartir las demás actividades humanas a la par con los hombres.
Encontraron muchas resistencias para su emancipación en las leyes civiles y en las religiones. Poco a poco conquistaron sus derechos al voto, a la educación, al divorcio… siguen buscando la igualdad salarial y en la previsión social… Su lucha ayuda a destapar las explotaciones sexuales, violaciones, pederastias, abusos de poder. Los escándalos de la Iglesia católica y de muchos ámbitos de poder están obligando a las leyes y a la Justicia a ponerse al día en la materia. Es en este contexto que debemos entender esta manifestación feminista a favor del “aborto libre”.
Entre parlamentarios, se había logrado un consenso ético de despenalización de los abortos por tres causales y a la vez una normativa sanitaria para evitar peligrosas operaciones clandestinas. No es extraño que el movimiento feminista escogiera el lema del “aborto libre” para su nueva movilización. Las sensibilidades han cambiado en la sociedad, se han postergado las preocupaciones sociales y humanitarias para céntralas en la búsqueda de una mayor libertad individual para facilitar las realizaciones personales. Hay mucha confusión en esta demanda.
Primero, aclaremos que las leyes, con el consenso ético democrático, norman y sancionan para ordenar la sociedad, las leyes no definen ni establecen la moralidad. Las manifestantes exigen autodeterminación personal en cuanto a los embarazos. Esta “libertad” que demandan no es un “derecho humano” porque no se refiere a una necesidad básica y universal sino a una autogestión particular. Aquí además, se confunde lo legal con la moral. Hablando del Aborto, es difícil creer que las manifestantes reivindican poder abortar a los seis meses de gestación. El aborto siempre será considerado un crimen, solamente se puede decidir de no sancionarlo en circunstancias especiales y dentro de límites precisos. De la misma manera la eutanasia será siempre suicidio, un acto antinatural que sólo se le podrá considerarlo factible en circunstancias muy especiales.
Hablando de moral natural se puede decir que sería aberrante que alguna población llegue al consenso de perder el respecto del surgimiento de la vida humana abandonándolo a los antojos individuales. Dejarse generalizar en la humanidad la facilidad de los abortos sería como perder la importancia de la Vida humana. Sería una injuria a las innombrables madres que en el pasado se sacrificaron para asegurar la sobrevivencia humana. El aborto libre es un absurdo. Sólo la(o)s que no ven más allá de su ombligo pueden imaginar posible tal licencia humana.
Se debe tomar en cuenta la ciencia y sus descubrimientos para estimar cuando se inicia una vida humana. El tema no es simple y las reflexiones que hicieron los legistas y los médicos no llegan a un consenso definitivo. A cualquiera etapa del desarrollo del embrión, se debe reconocer que esto que está vivo es algo “humano”, otra cosa es determinar cuándo es un ente con derechos propios y cuando llega a ser un ser personal…No olvidemos que perder el respecto por lo humano es perder el respecto para sí mismo.
Las filosofías modernas y las ciencias humanas ayudan a entender mejor la vida pero no hay mejor que nuestra fe cristiana para aportar una óptima sensibilidad para esta reflexión. Aún que algunas creencias del pasado simplificaron demasiado las cosas en cuanto a explicar al surgimiento de la vida humana en la tierra, se puede decir que es el amor de Dios que da sentido a la existencia humana (y a toda existencia). Puede existir una evolución “espontanea” y un desarrollo de la humanidad en que los seres humanos asumen poco a poco su existencia (no sin muchos yerros) y en que buscan proyectarse de generaciones en generaciones El garante del futuro de la humanidad, el Salvador de las desviaciones humanas es Dios. Esta convicción nos da otra perspectiva para nuestra libertad. Compartir esta fe o sea evangelizar es dar a conocer Quien puede guiarnos en nuestra existencia humana. Si alguien no conoce a Jesucristo, Dios que se hizo hombre, es fácil que se engañe y se confunda delante todas las contradicciones de la vida.
Es bueno recordar el papel que juega la fe en nuestra vida, ver la proyección que tiene la fe de todos los cristianos frente a todas las aberraciones humanas en la historia humana. Es bueno recordar la importancia de reconstruir en cada generación la comunidad cristiana.
Después de sufrir por la corrupción de la Institución Eclesial y de rezar : “Padre Nuestro, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… perdónanos nuestros pecados…” volvamos tomar el mango de nuestra fe pues como dice el dicho : “A Dios rogando y con el mango dando”… para levantar la Iglesia.
Paul Buchet
Consejo Editorial de Revista “Reflexión y Liberación”