Noviembre 24, 2024

La alegría de evangelizar con misericordia en medio del ecosistema

 La alegría de evangelizar con misericordia en medio del ecosistema

El magisterio del Papa Francisco nos invita a repensar la fe en medio de las actuales condiciones sociales y culturales en las que vivimos. Su palabra profética, su praxis misionera y su actuar evangélico, nos convocan a mirar la realidad desde Dios.

Es por ello que  queremos proponer una clave que sea síntesis del magisterio del Papa Francisco. Es por ello que hablamos de la alegría de evangelizar (Evangelii Gaudium), con misericordia en medio del ecosistema (Laudato Si’). Francisco comenta que “evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios” (EG 176). Pasa por el testimonio de los creyentes la misión de expresar con sus vidas, palabras y obras la presencia siempre nueva y transformadora de la presencia de Dios. El Reino de Dios está encarnado en el espacio público, y por ello es que la evangelización posee dimensiones sociales y comunitarias, políticas y culturales. El Dios del Reino salva al hombre en toda su realidad. Y esa realidad, al ser social, representa también una dimensión de la misma redención. En palabras de Francisco – citando al Pontificio Consejo de Justicia y Paz – “Dios en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres. Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales” (EG 178).

La alegría de evangelizar, de anunciar el Reino de Dios que viene a redimir al hombre, se acentúa desde la relacionalidad trinitaria y desde la relacionalidad humana. Esto es clave al momento de querer proponer prácticas eclesiales misericordiosas, de compasión y de liberación. Paula Carman (2013) comenta que estas relaciones sociales que nacen de las relaciones trinitarias, implica un llamado a “ser consciente de que formo parte de una red de relaciones y que dependo de otra persona tanto como ella depende de mí, y por lo tanto, soy responsable del cuidado de estas relaciones y de conectar con la que está junto a mí sin dejar de lado mis propios deseos” (p.316). La misericordia pasa por esta ética del cuidado, de hacerme responsable por el otro. Por ello es que dentro de la misericordia aparecen las obras corporales y espirituales, las cuales no se reducen a un bienestar personal o individual, sino que son ante todo prácticas sociales que permiten, por una parte, vivir la fe concreta en el Dios de la misericordia, y por otra parte, construir un ambiente más humano y más justo.

Y este ambiente más humano y más justo pasa también por una revalorización del ecosistema, es decir, la misericordia también exige un comportamiento responsable con la naturaleza. Es por ello que Francisco en Laudato Si’ habla de la ecología integral, es decir, aquella que “incorpora claramente las dimensiones humanas y sociales” (LS 137). La ecología integral asume el tiempo y el espacio como elementos integradores del ecosistema. Y al haber presencia de espacio, es que podemos asumir lo público como constitutivo de esas relaciones ecológicas de carácter social. Es por ello que Francisco sostiene: “en este sentido, la ecología social es necesariamente institucional, y alcanza progresivamente las distintas dimensiones que van desde el grupo social primario, la familia pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida internacional” (LS 142).

Y es en medio de este ecosistema que hemos de vivir la alegría de evangelizar desde la misericordia. La misericordia supone construir “una ciudad habitable” (LS 143), un espacio humano y natural inclusivo. Compartimos el mismo mundo, cohabitamos las ciudades y los pueblos, y desde ellos hemos de crear una cultura del encuentro y de la apertura gratuita. Con dichos elementos, es que se vendrá a superar el paradigma economicista y se dará espacio a un modelo integral que dignifique a todo ser humano y respete la tierra en que vivimos creando redes de comunión sustentables. En palabras de Carman, “la relacionalidad solidaria no solo nos invitan a una apertura hacia mi próximo, sino también hacia Dios y hacia el mundo, fomentando relaciones inclusivas que contribuyan a la plenitud de la vida de nuestra madre Tierra y de aquellos que la habitamos” (p.327).

Referencias: Paula Carman, “La relacionalidad solidaria, expresión de la caridad evangélica”, en Sociedad Argentina de Teología. La caridad y la alegría: paradigmas del Evangelio XXXIII Semana Argentina de Teología, Ágape Buenos Aires 2013, pp. 313-331.

Juan Pablo Espinosa Arce

Profesor de Religión y Filosofía (UC del Maule)

Magíster Candidato en Teología Fundamental (P.U.C)

 

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