Dificultades y Tensiones en la Diócesis de Osorno
Dificultades y Tensiones en la Diócesis de Osorno
Durante este año, son muchas las opiniones, declaraciones, actividades diversas y manifestaciones no violentas que se han desarrollado en nuestra ciudad, como consecuencia del inoportuno nombramiento de don Juan Barros como titular de la Diócesis de Osorno. Hemos de poner nuestra Esperanza cristiana en lo que ocurra en la próxima visita ad limina apostolorum de los obispos a Roma.
Todo el mundo –y felizmente también en Roma- sabe que la situación eclesial y administrativa en este lugar de misión y evangelización del sur de Chile, otrora ejemplar, hoy lastimosamente está cruzada negativamente por varios factores que se pueden resumir en desunión eclesial y falta de diálogo para resolver la crisis de liderazgo y praxis que pronto cumplirá dos años.
Desunión, porque es evidente que tanto el clero como el mundo laical diocesano están faltos de unidad y confianza entre sí, además, en algunos casos, confrontados porque algunos feligreses aceptan sin más la imposición del Obispo y, otros, estamos porque se corrija el daño causado ante el arribo –inconsulto- de don Juan Barros Madrid al obispado de Osorno.
Digo, falta de diálogo, porque desde hace tiempo y por diversos medios hemos solicitado como Organización/Comunidad de Laicos y Laicos de Osorno, un diálogo fraterno y sincero con don Juan, hasta ahora ese deseo no ha sido posible. Es más, recientemente en Punta de Tralca, quisimos hablar con él, le avisamos que iríamos a la casa de retiros, pero no nos recibió y se ausentó el día antes que culminara la Asamblea Plenaria Episcopal. Sí lo hizo el Obispo don Alejandro Goic, que además de titular en la Diócesis de Rancagua, es el encargado del Consejo Nacional para la prevención de abusos contra menores y acompañamiento de víctimas de la Conferencia Episcopal de Chile.
Ante estos hechos y situaciones no queridas por una porción importante de la feligresía osornina, me parece importante reafirmar que la oposición a este lamentable nombramiento episcopal obedece, fundamentalmente, a un acto de conciencia. Todas las personas, miembros de Comunidades, que estamos en este compromiso de que don Juan Barros sea removido de nuestra Diócesis, lo hacemos no por causas antojadizas o revanchistas, simplemente lo hacemos .desde nuestra conciencia, porque consideramos que el Obispo en el tema abusos sexuales, silencios y complicidades con el tenebroso caso Karadima lo hacen reprochable para tan alto cargo pastoral administrativo en nuestra querida ciudad.
Convencido, al final de este año, de que los cristianos hemos de ser responsables frente a actitudes adversas o injustas, de que no podemos permanecer ni en silencio ni pasivos ante la grave crisis que arrastra la Diócesis, me parece que llegó la hora de que la Iglesia asuma una vieja tradición; la franqueza. Franqueza cristiana para transparentar nuestras posiciones allí donde coexisten diversas lecturas de este hecho que no tiene en paz a los miembros de las comunidades parroquiales y, franqueza para corregir a algunos personajes eclesiásticos que “desde arriba” fomentan el distanciamiento y la ausencia del necesario diálogo para buscar una salida a la actual crisis para que todo vuelva a la normalidad.
Pronto los obispos de nuestra patria estarán en Roma en visita ad limina, junto al Papa Francisco, compartirán y comentarán cómo están las diferentes diócesis del país. Sin duda que esta es una oportunidad única en que el Obispo Juan Barros, pueda exponerle in situ al Papa lo que verdaderamente ocurre en su jurisdicción eclesiástica desde el momento en que arribó a Osorno. Esa actitud sincera y sanadora para todos, sería un buen paso para que se resuelva el “caso Osorno” y, por el contrario, de ninguna manera se podría utilizar esta visita para ahondar la crisis de desunión con un lenguaje y visión unilateral que, sin duda, profundizaría, aún más, las diferencias y los dolores que todos hemos soportado en estos años.
Por mi parte, siempre utilizo un lenguaje que no hiera los sentimientos religiosos del otro que no piensa como yo. Pero esta actitud de vocablo sereno no me impide decir, en conciencia, lo que muchas personas piensan sobre la permanencia de don Juan Barros en la Diócesis; que no goza de “buena fama” y que por su pasado reciente es reprochable. No lo digo por imponer una verdad o un criterio, sino y simplemente porque los actos injustos no se pueden imponer, son un abuso de poder y eso es, precisamente, lo que limita y limitará la reconciliación de los espíritus en nuestra querida Diócesis de Osorno.
“Toda conciencia, esté bien o mal informada, que se refiera a cosas que son en sí malas o indiferentes, es obligatoria; pues el que actúa contra su conciencia, peca.” (Santo Tomás: Quaestiones quodlibertales, III, a. 27).
Danilo Andrade Barrientos (Laico Ignaciano)
Osorno – Chile