Noviembre 24, 2024

Sename: un minuto de silencio / Juan Cristóbal Beytía

 Sename: un minuto de silencio / Juan Cristóbal Beytía

Este fin de semana debiéramos tener un minuto de silencio antes de cualquier encuentro, acto deportivo o cultural. Es necesario detenerse, sentir y llorar todas las lágrimas que estos niños no tuvieron. Esto debería recordarse cada año, porque la memoria a veces es demasiado frágil. Un minuto de silencio que nos comprometa con todos nuestros niños, sin distinción, todos los niños que habiten esta tierra que quiere volver a ser patria de todos.

Desgarrador fue el mensaje de la directora del Sename el 3 de octubre. La cantidad de niños y adultos dependientes que han fallecido los últimos años en sus instalaciones no puede sino conmover. Es un dolor multiplicado. Duele la muerte, pero más en el caso de los niños. Hay proyectos rotos, sueños frustrados y futuros que nunca sucederán. Duele la muerte de estos hijos de Chile, víctimas inocentes de abandonos, de padres extraviados o fallecidos. Algunos, hijos de la calle, encontrados en la vereda de la vida. Duele la muerte callada de un funeral sin familia ni amigos que te lloren.

Hijos de Chile, anónimos, puestos al margen. No los vimos ni los quisimos ver. Historias duras, conductas difíciles, pataletas incontrolables. Traumas no resueltos, de nacimiento y crecimiento, enfermedades no atendidas. Despreciados e ignorados por su gente y nuestra gente. Eso nos revelan estas muertes. No fuimos dignos de estos niños, no fuimos dignos del encargo que se nos hizo. ¿De qué nos sirven los 23.000 dólares que ganamos por cabeza si no somos capaces de ver? ¿De qué sirve tanta educación si estas muertes pasan como un dato más en medio de tanto romance farandulero? ¿De quién es la culpa? Aparecerán los jueces de siempre, las responsabilidades administrativas y políticas, los dedos acusadores y los expertos. Se planteará un programa y seguiremos con las elecciones o las compras de Navidad.

Pasar de largo no puede ser la vocación de Chile. Cuando nuestra patria pasa de largo con sus hijos, deja de ser patria, su vocación de paternidad se desdibuja cuando deja de ser padre o madre para algunos, aunque sean pocos. ¿Cuánto pesa una muerte injusta? Aunque fuera una sola, pesa sobre la conciencia de nuestra sociedad.Pero la culpa es nuestra, de un Chile ciego, sordo y mudo. Debiéramos sentir vergüenza por no saber, no decir, no atender. Vergüenza por pasar de largo con los niños del Sename, pero también con los migrantes, familias de campamentos, los privados de libertad y las personas en situación de calle.

No hay que pasar tan rápido. Este fin de semana debiéramos tener un minuto de silencio antes de cualquier encuentro, acto deportivo o cultural. Es necesario detenerse, sentir y llorar todas las lágrimas que estos niños no tuvieron. Esto debería recordarse cada año, porque la memoria a veces es demasiado frágil. Un minuto de silencio que nos comprometa con todos nuestros niños, sin distinción, todos los niños que habiten esta tierra que quiere volver a ser patria de todos.

Juan Cristóbal Beytía, SJ

El Mostrador  –  Reflexión y Liberación

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