Papa Francisco: el dinero y el poder ensucian a la Iglesia
Francisco en la Misa matutina en Santa Marta, al día siguiente de su discurso de apertura de la asamblea de la Conferencia Episcopal de Italia en el que pidió a los sacerdotes ser sobrios y simples: no a los «trepadores» que quieren destruir al otro «para llegar más alto» y mandar, «la vía indicada por Jesús es el servicio».
Ayer, inaugurando la asamblea de los obispos italianos, pidió a los sacerdotes que vivan de manera sobria, y explicó que el sacerdote es un hombre de paz, de relaciones, con una vida simple, siempre a disposición de la gente. No es un burócrata o un funcionario anónimo, no se fija en la eficiencia ni se escandaliza por la fragilidad del ánimo humano. Y, hablando sobre las estructuras y bienes económicos, invitó a los obispos a «mantener solo lo que sirve para la experiencia de fe y caridad del pueblo de Dios». Hoy, en la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta, subrayó que la vía indicada por Cristo es el servicio, pero a menudo, denunció, en la Iglesia se busca poder, dinero y vanidad. El Pontífice puso en guardia de los «trepadores» que tratan de destruir al otro «para llegar más alto» y mandar, según indicó la Radio Vaticana.
El Papa indicó que los cristianos deben derrotar la «tentación mundana» que lacera a la Iglesia arruinando su testimonio.
Papa Bergoglio reflexionó con el Evangelio del día sobre las tentaciones mundanas que aún hoy arruinan el testimonio de la Iglesia. Y reiteró que Jesús habla un lenguaje de humillación, de muerte, de redención. Mientras ellos hablan un lenguaje de trepadores: ¿quién subirá más en el poder?
Los cristianos deben vencer la tentación de trepar, de tener más poder. Es una tentación que tenían ellos, estaban tentados por la forma de pensar mundana. Se preguntan quién será el más grande, mientras Jesús les dice que hay que ser ‘el último’, ‘el servidor de todos’.
«En el camino que Jesús nos indica para ir adelante —explicó—, el servicio es la regla. El más grande es el que sirve, el que es más, está al servicio de los otros, no el que se vanagloria, que busca poder, dinero… vanidad, orgullo. No, estos no son los grandes. Es lo que pasó aquí con los apóstoles, también con la mamá de Juan y Santiago. Es una historia que sucede cada día en la Iglesia, en cada comunidad. ‘¿quién es el más grande de nosotros? ¿quién manda?’ Las ambiciones. En cada comunidad – parroquias o instituciones – siempre estas ganas de trepar, de tener poder».
También en la primera lectura, con la Carta de Santiago, se pone en guardia contra las pasiones por el poder, la envidia, los celos que destruyen al otro. Éste es el mensaje para la Iglesia también hoy. El mundo habla de los que tienen más poder para mandar. Jesús afirma que ha venido al mundo «para servir. No para ser servido».
«La vanidad, el poder… Como cuando tengo esas ganas mundanas de estar con el poder …-continuó Francisco-. No de servir, sino de ser servido. No se ahorra nada, con tal de llegar: chismes, embarrar a los otros…La envidia y los celos hacen este camino y destruyen. Es algo que todos conocemos, todos. Sucede hoy en toda institución de la Iglesia: parroquias, colegios, otras instituciones, también en los obispados… todos. Es lo que quiere el espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo».
Son «dos formas de hablar», constató el Papa Francisco: Jesús enseña el servicio y los discípulos discuten sobre quién será el más grande entre ellos. Mientras Jesús enseña que el camino en la vida cristiana es el servicio y la humildad. Cuando los grandes santos decían que se sentían tan pecadores es porque habían comprendido este espíritu del mundo, que estaba dentro de ellos y tenían tantas tentaciones mundanas, señaló también el Papa, recordando que nadie puede asegurar que un santo: «Todos estamos tentados por estas cosas, estamos tentados de destruir al otro para trepar. Es una tentación mundana, que divide y destruye a la Iglesia. No es el Espíritu de Jesús. Qué lindo, imaginemos la escena: Jesús dice estas palabras y los discípulos dicen ‘no, mejor no preguntar mucho, vamos adelante’. Y los discípulos prefieren discutir entre ellos sobre quién será el más grande. Nos hará bien pensar en las tantas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las tantas veces que hicimos esto. Y pedir al Señor que nos ilumine, para comprender que el amor al mundo, es decir este espíritu mundano, es enemigo de Dios».
Domenico Agasso – Ciudad del Vaticano
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