Papa Francisco con obispos chilenos: ¿Fin a la crisis?

La noticia circula profusamente en los medios de comunicación tiene un plus especial. Tanto, porque ya nadie niega el hecho de que la Iglesia Católica chilena está sumida en una profunda crisis  de credibilidad producto de variados escándalos de diferentes tópicos y porque este sábado 9 de enero se producirán varias manifestaciones por el primer aniversario en que la diócesis de Osorno sufrió la imposición del obispo Juan Barros Madrid, que estuvo en el círculo más íntimo del sacerdote Fernando Karadima, condenado por la Santa Sede por abusos sexuales reiterados, por años, en contra de varios jóvenes aspirantes a la vida religiosa.

Es evidente que en la reunión del Papa con los obispos chilenos, estarán estos candentes temas y otros propios de la praxis magisterial y evangelizadora que diariamente realizan los cientos de religiosas, sacerdotes y laicos sin otro fin que mantener viva las enseñanzas y el seguimiento de Jesús, esa labor junto al testimonio de ayuda y acompañamiento a tantas personas que sufren el dolor, el desempleo y la exclusión social y económica desean una Iglesia unida, no excluyente y dialogante con todas y todos.

La mayoría del pueblo de Dios que sigue con atención lo que dicen los obispos, se sienten incómodos y dolidos ante ciertos rasgos de autoritarismo y falta de diálogo con aquellos sectores del laicado que expresan alguna crítica al modo de ejercer la autoridad de algunos dirigentes eclesiásticos. Produce desconcierto que por un lado es el propio Santo Padre quién pide con fuerza diálogo y entendimiento entre la grey y sus pastores y que esa sabia y justa recomendación no tenga el eco suficiente en algunas jerarquías de nuestra Iglesia chilena.

Por estas y otras muchas razones atendibles, es que este encuentro entre el Hno. Obispo de Roma Francisco y el cardenal arzobispo de Santiago, junto a don Alejandro Goic, obispo de Rancagua, motiva esperanza en miles de católicos chilenos que quieren ser parte activa -desde sus diversos dones y carismas- en la construcción del Reino que viene a consolar a los más pobres y postergados.

La feligresía fiel no quiere más imposiciones, ni intrigas, ni descalificaciones, hemos de ser coherentes con nuestro actuar y decir, en este caminar de respeto y transparencia. Son nuestros obispos los llamados a predicar con el ejemplo, sabemos que “nadie en la Iglesia es tan santo e irreprochable como Jesús”, por esto mismo el exceso de un poder sacralizado y sin control detona rechazo y produce aislamiento a quién lo promueve desde su alta investidura. La comunión no se impone, se construye entre todos de arriba hacia abajo y viceversa.

En síntesis, estamos conscientes de la importancia de la voz y orientaciones de los obispos, pero hemos de discernir en profundidad que también hay “otras voces” suscitadas también por el Espíritu Santo y es allí donde se debe dar un paso más, de confianza en otras instancias de diversidad cristiana y cultural que también forman parte del cuerpo de la Iglesia y de la caridad de Cristo.

Tenemos confianza en este encuentro que se produce en Roma; Papa Francisco con su potente liderazgo y probada sabiduría, sabrá señalar caminos de entendimiento y acción para que nuestra Iglesia chilena sepa encontrar rumbos de corrección fraterna y haga los ajustes que le devuelvan la credibilidad y la paz en este simbólico año consagrado a la Misericordia.

“Seamos Iglesia presente, activa, alegre, en salida misionera, como Pueblo de Dios peregrino, orante, generoso y solidario. Solo desde la humildad evangélica seremos una Iglesia “que escucha, anuncia y sirve”, una Iglesia confiable, creíble y voz profética para el Chile de hoy y mañana…”.